Día de la Victoria.
Hoy se conmemora el 68 aniversario de la gran victoria del ejercito soviético sobre el facismo aleman enla segunda guerra mundial.Todos debemos estar agradecido y honrar a los 28 millones de caídos en esa guerra para frenar al fascismo aleman, y evitar la propagación de los campos de concentarción, el exterminio de hombres , mujeres y niños por el solo hecho de ser judíos.
Gloria eterna para todos los héroes y caídos en la gran guerra patria.
Gloria.
Tomado del períodico Granma, Cuba.
La Bandera de la Victoria fue roja
CÉSAR GÓMEZ CHACÓN
El 30 de abril de 1945, exactamente a las 2:25 de la tarde, los
sargentos soviéticos Mijaíl Yegórov y Melitón Kantaria, protegidos
por el fuego de su pelotón, lograron finalmente acceder al techo del
Reichstag alemán y colocaron allí la Bandera roja de la Victoria.La colocación de la bandera soviética sobre el derrotado Reichstag se convirtió en el símbolo de la Victoria sobre la Alemania nazi.
El último asalto a la parte central de Berlín, donde estaba el Reichstag, duró hasta la madrugada del día 2 de mayo. Al amanecer todos los locales de la Cancillería Imperial estaban tomados por los soviéticos. Hacia las 3 de la tarde los restos de la guarnición de Berlín (más de 134 mil efectivos) se entregaron.
El 8 de mayo, a las 10:43 de la noche en Berlín (12:43 a.m. del día 9 en Moscú) el general mariscal de campo Wilhelm Keitel firmaba el Acta de Capitulación Incondicional de Alemania. El Día de la Victoria, que en Rusia y los demás países de la ex Unión Soviética se conmemora con toda razón el 9 de mayo, es desde entonces celebrado por la mayoría de ellos como "la fiesta que costó muchas lágrimas".
DATOS QUE NO SON NI SERÁN NUNCA FRÍOS
Han pasado 68 años. El mundo sufrió cambios
inmensos. La URSS, el país que más aportó a la victoria contra el
fascismo, ya no existe. Revisionistas de todo tipo, de uno y otro
lado de la llamada "cortina de hierro" se dedicaron, en los años
posteriores a la desaparición de la Unión Soviética y el bloque
socialista europeo, a tergiversar la historia.
El
8 de mayo, a las 10:43 de la noche en Berlín (12:43 a.m. del día 9
en Moscú) el general mariscal de campo Wilhelm Keitel firmaba ante
el mando soviético el Acta de Capitulación Incondicional de
Alemania.
Especialistas rusos (*) reconocen hoy que el
espacio cedido por los propios medios soviéticos en los años de la
Perestroika y la Glásnost, y sobre todo durante el agujero negro
informativo abierto después de la desaparición de la URSS, fueron
bien aprovechados por trasnochados historiadores y nada ingenuos
"publicistas" de estos temas.
Si solo se tuviese en cuenta las versiones de los
autoproclamados vencedores de la Guerra Fría, tal pareciese que la
Segunda Guerra Mundial fue ganada por los norteamericanos, los
ingleses y otros países aliados.
Pero todo vuelve a su lugar. Como mismo Rusia y
otros países post soviéticos volvieron a rescatar las celebraciones
por la victoria del 9 de mayo, también historiadores, estudiosos y
políticos honrados de esas naciones han insistido en no dejarse
arrebatar el mérito histórico que corresponde a rusos, ucranianos,
bielorrusos, kazajos, georgianos, armenios, y ciudadanos de todas
las repúblicas que constituyeron la URSS. Son ellos los verdaderos
vencedores de lo que por años los soviéticos llamaron la Gran Guerra
Patria, la etapa más decisiva y heroica de la Segunda Guerra
Mundial.
Datos tomados de recientes fuentes rusas, no
dejan espacio a la duda: La URSS soportó el principal ataque
hitleriano. Durante largos años los soviéticos fueron prácticamente
la única resistencia a la invasión fascista en Europa; contra ellos
los nazis lanzaron el 85 % de sus divisiones (las mejores). Al mismo
tiempo la URSS debía proteger sus fronteras orientales ante las
amenazas del militarismo japonés.
Hoy se calculan en 26,6 millones las vidas
ofrendadas por la Unión Soviética durante la Gran Guerra Patria, que
se extendió por cuatro años, desde aquel aciago 22 de junio de 1941.
Se trata de más de la mitad de todos los muertos de la Segunda
Guerra Mundial, cifra estimada en 50 millones de seres humanos.
Las pérdidas de Alemania, entre muertos, heridos,
apresados y desaparecidos se calculan en 13 millones de personas. La
Italia fascista perdió más de millón y medio de sus soldados, al
tiempo que la Polonia ocupada perdía unos 6 millones de sus
ciudadanos. Gran Bretaña, cuyo territorio no fue ocupado, aunque sí
asiduamente bombardeado por los nazis, perdió casi 370 mil vidas;
mientras los estadounidenses sobrepasan el millón de personas, de
ellos 407 316 muertos, 671 846 heridos y 78 751, desaparecidos.
China perdió más de cinco millones de personas,
entre muertos y heridos; y Japón a 2,7 millones, mayoritariamente
efectivos del ejército imperial, pero deben contarse también los 270
mil japoneses que perecieron a consecuencia de las bombas atómicas
lanzadas por Estados Unidos los días 6 y 9 de agosto de 1945 (tres
meses después del fin de la guerra), sobre las ciudades de Hiroshima
y Nagasaki.
Los invasores alemanes destruyeron y quemaron
total o parcialmente 1 710 ciudades y poblados urbanizados de la
URSS, más de 70 mil aldeas y seis millones de edificios, dejando sin
techo a casi 25 millones de soviéticos. En total las pérdidas
económicas de la URSS durante la Segunda Guerra Mundial se equiparan
al 30 % de la entonces riqueza nacional del país. Nadie sufrió
tanto, ningún otro país perdió tanto.
LA HISTORIA SE ESCRIBIÓ EN EL ´45
Es el dolor y el sufrimiento del pueblo
soviético, víctima principal de aquella contienda, lo que aún hoy no
es posible calcular. Los años de la post guerra y la reconstrucción
del país fueron de durísimo trabajo y penurias para los pueblos que
constituían la URSS. Durante años se buscaron unos a otros los
integrantes de familias divididas o destruidas parcial o totalmente
por la contienda.
Pasados 68 años son cada vez menos los veteranos
y sobrevivientes que aún pueden asistir a las celebraciones por la
gran victoria. En la Plaza Roja de Moscú cada 9 de mayo se reúnen
muchos de ellos. Entre flores y pechos llenos de medallas vuelven a
revivirse los recuerdos y regresan las lágrimas a los ojos de los
héroes y heroínas de la guerra, y de los hijos y nietos de aquellos
que no regresaron.
La paz es el tesoro más preciado que Rusia y
otros pueblos vencedores en la Gran Guerra Patria defienden todavía
a toda costa. La lucha es en la arena diplomática internacional,
ante las nuevas fuerzas hegemónicas que hoy amenazan el planeta, las
mismas que se benefician con la tergiversación de la historia. Es
también dentro de sus propias fronteras, ante el absurdo
resurgimiento de tendencias nazi-fascistas e intentos por minimizar
la victoria del 9 de mayo de 1945.
Pero la historia la escriben los vencedores. Poco
importa si las fotos o los cuadros de cine fueron tomados durante, o
pocos minutos después de que Yegórov y Kantaria pusiesen la bandera
sobre el techo de la cancillería fascista, como todavía hoy se
comenta. Se afirma también (y parece cierto) que otras banderas
soviéticas fueron colocadas, incluso antes, ese mismo día, en esa
misma azotea. Lo cierto es que las imágenes de los dos sargentos
soviéticos y su Bandera roja de la Victoria son, y serán siempre, el
símbolo del gran triunfo sobre el fascismo nazi.
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